El entorno construido que todos habitamos es una parte integral de los procesos y sistemas globales interconectados. Al evaluar la arquitectura históricamente significativa de nuestras ciudades, la integridad estructural y estética de un edificio merece la misma consideración que factores como las condiciones de trabajo de sus constructores y las estructuras de poder existentes en su tiempo. Los ejemplos del modernismo italiano en Eritrea, por ejemplo, pueden ser dignos de elogio estético, pero entrelazado con el legado de estos edificios aclamados como iconos modernistas está el hecho preocupante de que fueron construidos para promover un proyecto imperial. En los complejos campos de la conservación arquitectónica, la preservación y el patrimonio cultural, la democratización debe seguir siendo siempre una prioridad clave.
.jpg?1637861666 "Casco Viejo - Ciudad de Panamá, Panamá. Imagen © Usuario de Wikimedia David Broad bajo la licencia Creative Commons Attribution 3.0 Unported.")
Esta democratización no solo debería tener que ver con el acceso a la investigación realizada, sino también con qué edificios se consideran dignos de preservación y cuestionando las disparidades de poder que pueden sustentar la conservación arquitectónica. Una mirada a la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, para dar un ejemplo, revela estas desigualdades que pueden influir sutilmente en lo que constituye un sitio arquitectónico de "valor universal excepcional" a los ojos del público en general.
Menos del 9% de los sitios del Patrimonio Mundial de la UNESCO se encuentran en África, y el legado cultural de los antiguos imperios europeos parece ser reverenciado de manera desproporcionada. De los 77 sitios del patrimonio cultural en América Latina, casi la mitad son de la era colonial española; este énfasis eurocéntrico es un hilo conductor entre los sitios del patrimonio cultural en el Sur Global.
La democratización del patrimonio arquitectónico incluye rechazar las concepciones occidentales del patrimonio que ahora se han convertido en el status quo. Estas concepciones a menudo pueden dejar edificios históricamente significativos "atascados en el tiempo" en cierto sentido, dejando poco espacio para que puedan maniobrar en contextos contemporáneos. La inclusión del área del Casco Viejo en la Ciudad de Panamá como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997 resultó en el desalojo de las personas más pobres, mientras que el vecindario circundante fue restaurado y aburguesado. El legado de ese listado es que hoy, el vecindario está habitado en gran parte por extranjeros que compran los mejores edificios coloniales para luego venderlos. Los edificios coloniales del Casco Viejo están inmaculadamente conservados ahora y hay muchos turistas, pero es desalentador que esta restauración y conservación arquitectónica haya exigido el desplazamiento de los residentes del vecindario.
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El patrimonio arquitectónico tampoco debe verse como una etiqueta fija y universal, sino como un cambio continuo, sujeto a fuerzas políticas. Las conversaciones sobre el patrimonio arquitectónico con frecuencia no dejan lugar para asentamientos temporales, con una atención desproporcionada a las estructuras permanentes. Las estructuras de rápido despliegue y constante movimiento de los pueblos nómadas como los Tuareg en el norte de África y los Sarakatsani en Grecia, por ejemplo, aparecen muy poco en los debates principales sobre el patrimonio arquitectónico.
Un proyecto reciente del colectivo DAAR es una provocación necesaria de la etiqueta de 'patrimonio', que presenta un intento de nominar el campo de refugiados de Dheisheh en Palestina como un sitio del patrimonio de la UNESCO. El campo se remonta a 1949, el año en que los palestinos fueron desplazados por la fundación del estado de Israel. Esta reorientación hacia la memoria colectiva en el patrimonio arquitectónico es una herramienta útil para obtener una comprensión más holística de las intervenciones espaciales históricas en todo el mundo.
Por último, aunque inicialmente pueda parecer contraproducente en un área como el patrimonio arquitectónico, son válidos múltiples métodos de registro de la historia, más allá de los dibujos arquitectónicos antiguos y las ruinas de estructuras antiguas. En Kenia, aún se desconoce la historia completa del colonialismo, y el gobierno colonial británico destruyó documentos que se consideraban que contenían información confidencial. En un esfuerzo por documentar el alcance total de los campos de detención construidos por los británicos durante el Levantamiento de Mau Mau en la década de 1950, la plataforma Museo del Colonialismo Británico dio prioridad a las historias orales. Esta plataforma de testimonios orales fue crucial, permitiendo valiosos relatos de primera mano que luego podrían usarse para crear reconstrucciones digitales detalladas de los campamentos. Los modelos 3D en sí mismos también son de acceso abierto –una capa adicional de accesibilidad a lo que es una parte importante – aunque triste – del patrimonio arquitectónico.
La conservación y preservación futuras de nuestras historias arquitectónicas es innegablemente importante. Esto, sin embargo, debe estar finamente equilibrado. La confianza en las herramientas y los métodos digitales avanzados disponibles en la actualidad es sensato, pero debería haber una confianza aún mayor en los registros no tradicionales del patrimonio arquitectónico, a fin de democratizar verdaderamente la forma en que las personas aprenden sobre su pasado.
_-_Pamama.jpg?1637861694 "Repensar la historia: democratizar el patrimonio arquitectónico")
